Telaraña de Carlota: Charlotte’s Web (Spanish Edition)

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Editorial Reviews

Review

Hace sesenta anos, el 15 de octubre de 1952, E. B. White fue publicado la primera edicion en ingles de La telaraaa de Carlota. Se ha llegado a convertir en uno de los libros infantiles mas queridos de todos los tiempos. La telarana de Carlota es la historia de una nina llamada Fern que amaba a un cerdito llamado Wilbur y de la amiga de Wilbur Carlota A. Cavatica, una hermosa arana gris grande que vivand iacute;a con Wilbur en el granero. Con la ayuda de Templeton, la rata que nunca hacia nada por nadie a menos que recibiera algo a cambio, y con un plan maravillosamente inteligente, Carlota salvo la vida de Wilbur, quien se habia convertido en un cerdo muy grande. Como todo esto sucede es una historia de la magia de la ninez en la granja. Los miles de ninos que amaban a Stuart Little, el heroico ratoncito de ciudad, disfrutaran de La telarana de Carlota, Wilbur el cerdo, y Fern la nina que entendand iacute;a su idioma. Los cuarenta y siete dibujos por Garth Williams tienen todos los maravillosos detalles que los ninos adoran. Incomparablemente igualados a la extaordinaria historia de E. B. White hablan a cada nueva generacion, apacible e irresistiblemente. (From the cover)

Extravagantes sucesos en una granja, manejado con ingenio y sabiduria sirven para arreglar de nuevo un mundo inperfecto. (―The New Yorker)

Una fantasia que tiene la belleza y la delicadeza de la telaraand ntilde;ana misma. (―The Saturday Review)

From the Back Cover

Éstas son las palabras que se encuentran en la telaraña de Carlota, en lo alto del establo. Su telaraña expresa lo que ella siente por un cerdito llamado Wilbur, así como los sentimientos de una niñallamada Fern … quien también quiere a Wilbur. El amor de ambas ha sido compartido por millones de lectores.

About the Author

E. B. White, the author of such beloved classics as Charlotte’s Web, Stuart Little, and The Trumpet of the Swan, was born in Mount Vernon, New York. He graduated from Cornell University in 1921 and, five or six years later, joined the staff of The New Yorker magazine, then in its infancy. He died on October 1, 1985, and was survived by his son and three grandchildren.

Mr. White’s essays have appeared in Harper’s magazine, and some of his other books are: One Man’s Meat, The Second Tree from the Corner, Letters of E. B. White, Essays of E. B. White, and Poems and Sketches of E. B. White. He won countless awards, including the 1971 National Medal for Literature and the Laura Ingalls Wilder Award, which commended him for making a “substantial and lasting contribution to literature for children.”

During his lifetime, many young readers asked Mr. White if his stories were true. In a letter written to be sent to his fans, he answered, “No, they are imaginary tales . . . But real life is only one kind of life—there is also the life of the imagination.”

Garth Williams is the renowned illustrator of almost one hundred books for children, including the beloved Stuart Little by E. B. White, Bedtime for Frances by Russell Hoban, and the Little House series by Laura Ingalls Wilder.

He was born in 1912 in New York City but raised in England. He founded an art school near London and served with the British Red Cross Civilian Defense during World War II. Williams worked as a portrait sculptor, art director, and magazine artist before doing his first book Stuart Little, thus beginning a long and lustrous career illustrating some of the best known children’s books.

In addition to illustrating works by White and Wilder, he also illustrated George Selden’s The Cricket in Times Square and its sequels (Farrar Straus Giroux). He created the character and pictures for the first book in the Frances series by Russell Hoban (HarperCollins) and the first books in the Miss Bianca series by Margery Sharp (Little, Brown). He collaborated with Margaret Wise Brown on her Little Golden Books titles Home for a Bunny and Little Fur Family, among others, and with Jack Prelutsky on two poetry collections published by Greenwillow: Ride a Purple Pelican and Beneath a Blue Umbrella. He also wrote and illustrated seven books on his own, including Baby Farm Animals (Little Golden Books) and The Rabbits’ Wedding (HarperCollins).

Excerpt. © Reprinted by permission. All rights reserved.

Charlotte’s Web (Spanish edition)

La telarana de Carlota


By E. White

HarperCollins Publishers, Inc.

Copyright © 2005 E. White
All right reserved.

ISBN: 006075740X


Capítulo Uno

Antes del desayuno

A dónde va papá con esa hacha? — preguntó Fern a su mamá mientras ponían la mesa para el desayuno.– Al chiquero– respondió la señora Arable — . Anoche nacieron unos cerditos.

— No veo por qué necesita el hacha– continuó Fern, que sólo tenía ocho años.

— Bueno– respondió su mamá — . Uno de los cerditos nació mucho más pequeño que los demás. Es muy débil y menudo y jamás llegará a nada. Así que tu padre ha decidido acabar con él.

— ¿Acabar con él?– chilló Fern — . ¿Quieres decir que va a matarlo? ¿Y sólo porque es más pequeño que los demás?

La señora Arable puso un jarro de crema sobre la mesa.

— ¡No grites, Fern!– dijo — . Tu padre hace bien. De cualquier modo, el cerdo probablemente morirá.

Fern apartó una silla de un empujón y corrió afuera. La hierba estaba húmeda y la tierra olía a primavera. Cuando alcanzó a su padre, los tenis de Fern estaban empapados.

— ¡Por favor, no lo mates!– sollozó — . ¡Es injusto!

El señor Arable se detuvo.

— Fern– le dijo dulcemente –tienes que aprender a dominarte.

— ¿A dominarme?– chilló Fern — . Es una cuestión de vida o muerte y tú me dices que me domine.

Las lágrimas corrían por las mejillas de la niña. Trató de quitarle el hacha a su padre.

— Fern– dijoel señor Arable — . Yo sé más que tú acerca de criar una camada de cerdos. Uno que nace débil, siempre es causa de problemas. ¡Ahora, vete corriendo!

— Pero es injusto– gritó Fern — . No es culpa del cerdito haber nacido tan pequeño, ¿no es cierto? ¿Me habrías matado a mí si yo hubiera sido muy pequeña cuando nací?

El señor Arable se sonrió.

— Pues claro que no– dijo mirando con cariño a su hija — . Pero esto es diferente. Una cosa es una niña pequeña y otra muy diferente un cerdito esmirriado.

— Yo no veo la diferencia– replicó Fern, aga-rrando todavía el hacha — . Este es el caso más terrible de injusticia que jamás haya visto.Una curiosa mirada asomó a la cara de John Arable.

— De acuerdo– dijo — . Ve a casa y te llevaré el cerdito cuando yo regrese. Te dejaré que comiences a darle el biberón, como si fuera un bebé. Ya verás entonces qué complicado es criar un cerdo.

Cuando el señor Arable regresó a su casa media hora más tarde, llevaba una caja de cartón bajo el brazo. Fern estaba arriba, cambiándose los zapatos. La mesa de la cocina estaba preparada para el desayuno y la habitación olía a café, a tocino, a yeso húmedo y al humo de la madera que ardía en el fogón.

— ¡Déjalo en su silla!– dijo la señora Arable. Y el señor Arable puso la caja de cartón en el sitio reservado a Fern. Luego se acercó al fregadero, se lavó las manos y se las secó con una toalla.

Fern bajó lentamente las escaleras. Sus ojos estaban enrojecidos de tanto llorar. Cuando se acercó a la silla, la caja de cartón se agitó y se oyó el ruido de algo que se frotaba contra los costados. Fern miró a su padre. Luego levantó la tapa de la caja. Allí dentro, observándola, estaba el cerdito recién nacido. Era blanco. La luz de la mañana traspasaba sus orejas, volviéndolas de un color rosa.

— Es tuyo– dijo el señor Arable — . Salvado de una muerte prematura. Y que el Señor me perdone por cometer esta tontería.Fern no podía apartar los ojos del cerdito.

— ¡Ay!– murmuró —¡míralo! Es perfecto.

Cerró cuidadosamente la caja. Primero besó a su padre y luego besó a su madre. Después volvió a levantar la tapa, sacó el cerdito y lo apretó contra su mejilla. En aquel momento entró en la cocina su hermano Avery. Avery tenía diez años. Iba fuertemente armado. En una mano llevaba una escopeta de aire comprimido y en la otra una daga de madera.

— ¿Qué es eso?– preguntó — . ¿Qué es lo que tiene Fern?

— Ha traído un invitado a desayunar– respondió la señora Arable — . ¡Avery, lávate las manos y la cara!

— ¡Vamos a verlo!– dijo Avery, dejando su esco-peta — . ¿Y tú crees que esa cosa es un cerdo? ¡Es tan pequeño como una rata albina!

— ¡Avery, lávate y toma el desayuno!– dijo su madre — . Dentro de media hora estará aquí el autobús de la escuela.

— ¿Me vas a regalar un cerdo a mí también, papá?– preguntó Avery.

— No, yo sólo regalo cerdos a los que madrugan– respondió el señor Arable — . Fern se levantó muy temprano para tratar de librar al mundo de injusticias. Y como resultado, ahora tiene un cerdito. Desde luego es muy pequeño, pero al fin y al cabo se trata de un cerdo. Eso sólo demuestra lo que puede conseguir una persona cuando se levanta temprano. ¡Vamos, a desayunar!

Pero Fern no podía comer hasta que su cerdito hubiese tomado leche. La señora Arable encontró un biberón con un chupete de goma. Vertió leche tibia en el biberón, ajustó el chupete a la boca de éste y se lo entregó a Fern.

— ¡Dale su desayuno!– le dijo.

Un minuto más tarde, Fern estaba sentada en el suelo, en un rincón de la cocina, con el cerdito entre las rodillas, enseñándole a mamar del biberón. El cerdito, aunque menudo, tenía buen apetito y aprendió muy pronto.

Oyeron el claxon del autobús que llegaba por la carretera.

— ¡Corran!– les dijo la señora Arable, quitándole el cerdito a Fern y poniendo en su mano una rosquilla de pan. Avery agarró su escopeta y otra rosquilla.

Los niños corrieron hasta la carretera y subieron al autobús. Fern no se fijó en los demás chicos que había dentro. Se sentó, miró por la ventanilla y pensó que éste era un mundo maravilloso y que ella era muy afortunada por tener que ocuparse de un cerdito. Cuando el autobús llegó a la escuela, Fern ya le había encontrado nombre, escogiendo el que le pareció más bonito entre los que se le ocurrieron.

— Se llama Wilbur– murmuró para sí misma.

Aún seguía pensando en el cerdito cuando la maestra dijo:

— Fern, ¿cuál es la capital de Pennsylvania?

— Wilbur– replicó Fern, todavía en las nubes. Sus compañeros se echaron a reír y Fern se ruborizó.

Continues…


Excerpted from Charlotte’s Web (Spanish edition)by E. White Copyright © 2005 by E. White. Excerpted by permission.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Specification: Telaraña de Carlota: Charlotte’s Web (Spanish Edition)

Publisher

HarperCollins Espanol; Illustrated edition October 4 2005

Language

Spanish

Paperback

224 pages

ISBN-10

006075740X

ISBN-13

978-0060757403

Reading age

8 – 12 years

Lexile measure

650L

Grade level

3 – 7

Item Weight

5.6 ounces

Dimensions

5.12 x 0.14 x 7.62 inches

Dimensions
Weight 5.6 lbs

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